OSHO. No aprecias lo que tienes…………….

 OSHO. No aprecias lo que tienes…………….

Un niño tiene inocencia, pero no lo sabe, porque lo tiene desde el principio, ha nacido con ella.

 ¿Cómo puede darse cuenta de ello? Necesita la experiencia del opuesto; solo entonces se dará cuenta. Y luego anhelará regresar de nuevo: todos anhelan volver a ser niños, ser inocente. La experiencia fue tan maravillosa…… ¡Pero era tan maravillosa en aquél momento! Intenta volver a tu infancia. No la recuerdes, sino intenta revivirla. Fue un sufrimiento. Ninguna infancia es feliz: cada niño quiere hacerse adulto, maduro, grande, fuerte,  porque se siente impotente. No puede darse cuenta de lo que tiene. ¿Cómo puedes echar en falta algo  cuándo aún no lo has perdido? Tendrá que perder la inocencia:  mudarse al mundo de la corrupción. Tendrá que bañarse en los pecados. Era un santo, pero su santidad no fue un logro. Ha sido un regalo natural. Si la naturaleza te regala algo, no sueles apreciarlo. Por eso no te sientes agradecido en absoluto.

He escuchado una historia. Un hombre se acercó a un místico sufí y dijo: “Estoy desesperado, me voy a suicidar. Me iba a tirar al río y te he visto sentado en la orilla…..Pensé: “¿Por qué no una última oportunidad?” Antes de hacerlo me gustaría escuchar sobre lo que enseñas”.

El místico dijo: “¿Por qué estás tan desesperado?”

El hombre dijo: “No tengo nada. Por eso estoy frustrado, ni un simple bocado. Soy  el más pobre del mundo,  estoy sufriendo una agonía. Pongo todo el esfuerzo que puedo y estoy cansado de  este tormento. Solo bendíceme para que pueda morir, porque tengo tan mala suerte que todo lo que hago siempre falla. Me temo que incluso en el suicidio voy a fallar.”

El místico dijo: “Si te vas a suicidar y dices que no tienes nada, nada de nada, espera un poco más, sólo dame un día. Mañana, te contestaré.”

A la mañana siguiente fue a ver al emperador. El emperador era un discípulo del Sufi. Fue al palacio, habló con él y regresó con el hombre, le dijo : “El emperador está listo para comprar tus ojos. Y a cualquier precio que pidas”.

El hombre dijo, “¿Qué piensas? ¿Qué estoy tan loco como para vender mis ojos?”

El sufí dijo, “Dijiste que no tienes nada. Ahora, cualquier cosa que pidas, cualquier precio… un millón de rupias, dos millones de rupias, diez millones de rupias, cien millones de rupias… el rey está listo para comprar los ojos. Y sólo unas pocas horas antes, estabas diciendo que no tienes nada… ¿y ahora dices que no estás dispuesto a vender los ojos? Ibas a suicidarte. He persuadido al emperador para comprar tus orejas , tus dientes también, tus manos, tus piernas. Pon el precio de costo, cortaremos todo y te daremos el dinero. Serás el hombre más rico del mundo”.

El hombre dijo, “Estaba pensando que eras un hombre sabio… pero pareces ser un asesino!” El hombre escapó a toda prisa. Dijo. “Quién sabe, si entro en el palacio y el rey también está loco y empiezan a sacarme los ojos…”

Escapó, pero por primera vez se dio cuenta de cuánto valían sus ojos. Pero nunca se había sentido agradecido por ello. Nunca has agradecido a Dios el regalo de esta existencia. Si fueras a morir en este mismo momento y alguien estaba allí para asignarte un día más, ¿cuánto estarás dispuesto a dar? Estarás listo para darlo todo. Pero nunca has dado las gracias… porque te has olvidado de apreciarlo. Lo tienes como un regalo, y nadie aprecia los regalos.

La infancia es un regalo. La inocencia está ahí, pero el niño no se da cuenta. La perderá como uno más, tendrá que perderla. Cuando la pierda… en su juventud empezará a vagar, se mezclará con el mundo, se volverá completamente oscuro, manchado, un pecador… entonces de repente surge el anhelo. Entonces sabrá lo que ha perdido. Y luego irá a las iglesias y a los templos y a los Himalayas, y buscará Maestros… ; sólo pide esto… que me devuelvan mi inocencia. Y si todo transcurre bien, todo va derecho y es un hombre valiente, al final, cuando va a morir, puede haber alcanzado esa inocencia de nuevo.

Pero cuando un anciano se convierte en un niño es totalmente diferente. Esa es la definición de un santo: un anciano que vuelve a ser un niño, inocente. Pero su inocencia tiene una calidad diferente porque sabe, ahora sabe que puede perderse; y sabe, que cuando uno se pierde sufre tremendamente. Ahora sabe que sin inocencia todo se convierte en un infierno. Ahora sabe que esta inocencia es el único estado de felicidad, la única liberación que existe.

Lo mismo ocurre con tu conciencia: la tienes, la pierdes, la recuperas. Se convierte en un círculo. Por eso Jesús dice, “A menos que seas un niño, a menos que seascomo un niño, no entrarás en el reino de Dios”. Eso es volver; el círculo está completo. Olvida la palabra “arrepentirse”, reemplázala por “volver”,  el cristianismo se convierte en culpa… vuelve a ser libre.

Ese “arrepentimiento”, la palabra “arrepentirse”, ha creado toda la miseria. Volver es hermoso; el arrepentimiento es un fenómeno feo. Y la religión no debería crear culpa,

…debería crear coraje. La culpa crea miedo. Y lo único que se necesita es el valor… la intrepidez… para volver a casa.

E. Castillo

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