El yogui en familia

Shri Yogendraji rompió barreras en el terreno del yoga cuando decidió titular su biografía “El yogui en familia”. No se denominaba a si mismo Raja Yogui o Hatha Yogui, ni se describía como un Baba o un místico, sino que se representaba a sí mismo como un hombre de a pie quien practicaba el Yoga clásico proveniente de la disciplina antigua.

La idea de un Yogui en el núcleo familiar puede parecer paradójica a aquellos que carezcan del contexto necesario. Cuando pensamos en un Yogui, la imagen que tenemos es la de un asceta, un Sanyasi o un Brahmachari. Un yogui se asocia con alguien que rehúye de la gente, que evitaría formar una familia. ¿Cómo puede un Yogui ser padre o madre de familia? ¿Cómo puede estar casado y cuidar de una familia al tiempo que desarrolla su faceta de Yogui? Cuando Shri Yogendra decidió seguir a su Maestro Paramahamsa Madhavadasji hasta Malsar, se estableció en su Ashram, sin embargo sabía que abandonaría el centro y el estudio el día en que su anciano padre lo requiera. El último día junto a su maestro tuvo lugar un pequeño momento muy intenso emocionalmente hablando: el maestro invitó a su mejor discípulo a su sala de meditación, un honor excepcional, y allí le ofreció un cuenco de ofrendas, símbolo que tradicionalmente significaba que quien lo recibía debía dedicar su vida al ascetismo. El Kamandalu o cuenco de ofrendas que el maestro le ofreció no era un cuenco cualquiera, hay cientos de testigos que pueden confirmar que era un cuenco extraordinario, pues eran muchos los que habían visto a Paramahamsa Madhavadasji introducir su mano en él y sacar todo aquello que necesitaba. Shri Yogendraji decidió no aceptar el emblemático cuenco, gesto que sorprendió enormemente al Maestro. Después, Shri Yogendraji dejó a su Maestro y se marchó, tenía en mente la divulgación del Yoga y quería llevarla a cabo. Hubo muchos que lo tacharon de ingrato por abandonar a su Guru, sin embargo, el Maestro era sabio y, contradiciendo todas las críticas, decidió visitar a Shri Yogendraji para concederle su bendición y desearle lo mejor antes de su viaje a Europa y a los Estados Unidos de América para divulgar el Yoga y sus preceptos por todo el planeta. Una nueva tradición de Yoguis en familia había nacido, consagrada por Shri Paramahamsa Madhavadasji.

Algunos años más tarde, Shri Yogendraji contrajo matrimonio con Smt. Sita Devi Yogendra y se comprometió en cuerpo y alma a la formación de una familia, a la vez que divulgaba las enseñanzas y el conocimiento del Yoga auténtico. Yogendra hacía patentes las ideas equivocadas que rondaban al estudiante del yoga moderno, y se posicionó abiertamente en contra de aquellos que hacían un uso comercial de la disciplina, rechazando este uso así como los métodos de los profesores convencionales. Igualmente, era perfectamente conocedor de estos individuos antiyóguicos y se pronunciaba sobre ellos sin reservas.

En 1936 comenzó a fraguar un congreso de Profesores de Yoga en 1936 para dirigir el futuro de la disciplina y éste tomó forma en 1974 cuando presidió el Simposio de Yoga de India.

No fue fácil, tuvo que superar innumerables obstáculos que de ninguna manera minaron su tesón. Él establecía sus propios objetivos, ultimaba los detalles de los mismos y los conseguía con su incansable esfuerzo. No importaba que se tratara de la impresión de sus libros de Yoga, de la construcción del edificio del Instituto o de arreglar el jardín, ponía todo su empeño en cualquier tarea fuera ésta cual fuera. Era perfeccionista, no toleraba desvío alguno del plan establecido, rara vez era duro con los perezosos, y mostraba su bondad y capacidad de perdón con aquello o aquellos que no estaban a la altura de sus expectativas, sin embargo, nunca cambió sus objetivos ni sus vías para alcanzarlos. Como resultado de sus setenta años de trabajo, el Yoga alcanzó una popularidad desconocida hasta el momento en el mundo, surgieron centros organizados tanto en India como en el resto del mundo, y libros y revistas se divulgaron a lo largo y ancho del planeta. Las prácticas antes secretas estaban entonces al alcance del ser humano de a pie, y estableció el primer centro organizado del mundo, inculcando en él el espíritu de búsqueda de esta antigua ciencia y aplicando técnicas de Yoga para dar solución a los problemas del ser humano contemporáneo. La aplicación del Yoga como terapia fue uno de sus muchos logros, pero la lista es exhaustiva. El Padre Fundador del Instituto de Yoga de Santa Cruz ya no está con nosotros, pero al igual que una flor de loto florece entre el lodo material, este gran Yogui permanece entre nosotros como un modelo de pureza, paz y alegría. Hoy mostramos nuestros respetos a este Yogui venerable que dio el primer paso de una larga tradición.

TRADUCCIÓN: OIHANA CASTILLO GONZÁLEZ DE MENDOZA

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