LA FAMILIA EN SU MÁXIMO ESPLENDOR

Para que un proyecto de familia prospere se requieren diferentes objetivos, actitudes y comportamientos. Una familia se construye sobre una base de sensibilidad, amor, gran entendimiento y mucha paciencia.

El entramado que sostiene a una familia feliz posee una textura diferente del de una oficina, una entidad educativa o  un centro médico.   Debemos tejer la tela que sostiene a nuestra familia como arañas minuciosas.

Esto no es fácil, pues los seres que componen una familia son individuos que, lejos de poseer control y calma mental, suelen ser personas egoístas, interesadas o incluso agresivas.

De hecho es imprescindible que los miembros más comprensivos y razonables mantengan la familia unida y, paso a paso, hagan de ella una familia feliz.  Hubo un Primer Ministro chino cuya familia contaba con 100 miembros, todos conviviendo bajo el mismo techo; sorprendentemente había paz y armonía entre ellos, y muchos le preguntaban cuál era el secreto, sin embargo no había más secreto que la paciencia férrea del ministro en todo momento y en toda circunstancia.

Una vez que nos comprometemos con nuestra pareja y formamos una familia, adquirimos una importante responsabilidad: no abandonarla y conducirla a su máximo esplendor. Éste es el deseo de Dios y es por eso que muchas parejas recurren a Él para su compromiso.  Sin embargo y por desgracia actualmente las parejas se han alejado de este compromiso, nos hemos vuelto demasiado perspicaces y egoístas para reconocer la verdadera esencia de esta unión y llevar adelante nuestra responsabilidad. El matrimonio se ha convertido en un estado de conveniencia, e incluso hay quien no se compromete puesto que es más fácil separarse después,  cuando elijamos estar solos, tal y como hacen las criaturas irracionales.

 

 

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